Palabras del presidente Trump en la celebración de fuegos artificiales de Dakota del Sur en el Monte Rushmore 2020
Donald J. Trump
3 de julio, 2020
Keystone, Dakota del Sur— Bueno, muchas gracias. Y gobernador Noem, secretario Bernhardt —estoy muy agradecido— miembros del Congreso, distinguidos invitados y un saludo muy especial a Dakota del Sur.
Al comenzar este fin de semana del 4 de Julio, la Primera Dama y yo les deseamos a todos y cada uno de ustedes un muy, muy feliz Día de la Independencia. Gracias.
Mostremos nuestro agradecimiento al Ejército y a la Guardia Nacional Aérea de Dakota del Sur, y a la Fuerza Aérea de los EE. UU. por inspirarnos con esa magnífica exhibición de poder aéreo americano y, por supuesto, nuestra gratitud, como siempre, a los legendarios y muy talentosos Ángeles Azules. Muchas gracias.
“… rendimos tributo a las vidas excepcionales y a los legados extraordinarios de George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Teddy Roosevelt”.
Enviemos también nuestros más profundos agradecimientos a nuestros maravillosos veteranos, agentes de la ley, socorristas, y a los médicos, enfermeras y científicos que trabajan incansablemente para matar el virus. Están trabajando duro. Yo quiero agradecerles mucho, mucho.
También estamos agradecidos con la delegación del Congreso de su estado: los senadores John Thune —John, muchas gracias— el senador Mike Rounds —gracias Mike— y Dusty Johnson, congresista. Hola Dusty. Gracias. Y con todos los demás del Congreso que están con nosotros esta noche, muchas gracias por venir. Lo apreciamos.
No podría haber un mejor lugar para celebrar la independencia de América que bajo esta magnífica, increíble y majestuosa montaña, y monumento a los más grandes americanos que jamás han vivido.
Hoy, rendimos tributo a las vidas excepcionales y a los legados extraordinarios de George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Teddy Roosevelt. Estoy aquí como su presidente para proclamar ante el país y ante el mundo: este monumento nunca será profanado, estos héroes nunca serán desfigurados, su legado nunca jamás será destruido, sus logros nunca serán olvidados y el Monte Rushmore permanecerá por siempre como un eterno homenaje a nuestros antepasados y a nuestra libertad.
Nos reunimos esta noche para proclamar el día más importante en la historia de las naciones: el 4 de julio de 1776. Ante esas palabras, todo corazón americano debería hincharse de orgullo. Toda familia americana debería vitorear con deleite. Y todo patriota americano debería estar lleno de alegría, porque cada uno de ustedes vive en el país más magnífico de la historia del mundo, y pronto será más grande que nunca.
“… este monumento nunca será profanado, estos héroes nunca serán desfigurados, su legado nunca jamás será destruido, sus logros nunca serán olvidados…”
Nuestros Fundadores lanzaron no sólo una revolución de gobierno, sino una revolución en la búsqueda de la justicia, la igualdad, la libertad y la prosperidad. Ninguna nación ha hecho más para promover la condición humana que los Estados Unidos de América. Y ningún pueblo ha hecho más para promover el progreso humano que los ciudadanos de nuestra gran nación.
Todo fue posible gracias al coraje de 56 patriotas que se reunieron en Filadelfia hace 244 años y firmaron la Declaración de Independencia. Ellos consagraron una verdad divina que cambió el mundo para siempre cuando dijeron: “… todos los hombres son creados iguales”.
Estas palabras inmortales pusieron en movimiento la marcha imparable de la libertad. Nuestros Fundadores declararon audazmente que todos estamos dotados de los mismos derechos divinos —que nos dio nuestro Creador en el Cielo. Y que lo que Dios nos ha dado, no permitiremos que nadie, nunca, nos lo quite— nunca.
Mil setecientos setenta y seis representó la culminación de miles de años de civilización occidental y el triunfo no sólo del espíritu, sino de la sabiduría, la filosofía y la razón.
“Ninguna nación ha hecho más para promover la condición humana que los Estados Unidos de América”.
Y aún así, mientras nos reunimos aquí esta noche, existe un peligro creciente que amenaza cada bendición por la que nuestros antepasados lucharon tan duramente, se esforzaron, y derramaron sangre para asegurarlas.
Nuestra nación está siendo testigo de una campaña despiadada para borrar nuestra historia, difamar a nuestros héroes, borrar nuestros valores y adoctrinar a nuestros hijos.
Muchedumbres enfurecidas están tratando de derribar las estatuas de nuestros Fundadores, desfigurar nuestros monumentos más sagrados y desatar una ola de crímenes violentos en nuestras ciudades. Muchas de estas personas no tienen ni idea de por qué están haciendo esto, pero algunos saben exactamente lo que están haciendo. Piensan que la gente americana es débil y blanda y sumisa. Pero no, la gente americana es fuerte y orgullosa, y no permitirá que les quiten nuestro país, y todos sus valores, historia y cultura.
Una de sus armas políticas es la “Cultura de Cancelar” [‘Cancel Culture’ en inglés] —forzar a las personas a dejar sus trabajos, avergonzar a los disidentes y exigir la sumisión total de cualquiera que esté en desacuerdo. Esta es la definición misma de totalitarismo, y ello es completamente ajeno a nuestra cultura y a nuestros valores, y no tiene absolutamente ningún cabida en los Estados Unidos de América.
Este ataque a nuestra libertad, nuestra magnífica libertad, debe ser detenido, y será detenido muy rápidamente. Expondremos este peligroso movimiento, protegeremos a los niños de nuestra nación, terminaremos con este asalto radical y preservaremos nuestro amado estilo de vida americano.
En nuestras escuelas, nuestras salas de redacción, incluso en nuestras salas de juntas corporativas, existe un nuevo fascismo de extrema izquierda que demanda lealtad absoluta. Si usted no habla su idioma, no realiza sus rituales, no recita sus mantras ni sigue sus mandamientos, entonces usted será censurado, desterrado, incluido en la lista negra, perseguido y castigado. Esto no nos va a pasar a nosotros.
No se equivoquen: esta revolución cultural de izquierda está diseñada para derrocar la Revolución Americana. Al hacerlo, destruirían la misma civilización que rescató a miles de millones de la pobreza, la enfermedad, la violencia y el hambre, y que elevó a la humanidad a nuevas alturas de logros, descubrimientos y progreso.
Para hacer esto posible, están decididos a derribar cada estatua, símbolo y memoria de nuestro patrimonio nacional.
Es por eso por lo que estoy desplegando los cuerpos federales de seguridad para proteger nuestros monumentos, arrestar a los amotinados y enjuiciar a los delincuentes con todo el peso de la ley.
Me complace informar que ayer, agentes federales arrestaron al presunto cabecilla del ataque contra la estatua de Andrew Jackson en Washington, D.C. y que, adicionalmente, cientos más han sido arrestados.
“No se equivoquen: esta revolución cultural de izquierda está diseñada para derrocar la Revolución Americana.”
Bajo la orden ejecutiva que firmé la semana pasada —en relación con la Ley de Preservación y Reconocimiento de los Monumentos a los Veteranos y otras leyes— las personas que dañen o desfiguren estatuas o monumentos federales recibirán un mínimo de 10 años de prisión. Y obviamente, eso incluye a nuestro hermoso Monte Rushmore.
Nuestra gente tiene una gran memoria. Ellos nunca olvidarán la destrucción de estatuas y monumentos a George Washington, Abraham Lincoln, Ulysses S. Grant, a abolicionistas y a muchos otros.
El caos violento que hemos visto en las calles de ciudades que, en cada uno de los casos, son gobernadas por demócratas liberales, es el resultado predecible de años de adoctrinamiento extremo y sesgos en la educación, el periodismo y otras instituciones culturales.
Contrariamente a todas las leyes de la sociedad y de la naturaleza, a nuestros hijos se les enseña en la escuela a odiar a su propio país y a creer que los hombres y mujeres que lo construyeron no fueron héroes, sino villanos. La visión radical de la historia americana es una red de mentiras —toda perspectiva es eliminada, toda virtud es oscurecida, todo motivo es retorcido, todo hecho es distorsionado y todo defecto es magnificado hasta que la historia sea purgada y el registro desfigurado más allá de todo reconocimiento.
“De pies a cabeza, George Washington representaba la fuerza, la gracia y la dignidad del pueblo americano”.
Este movimiento está atacando abiertamente los legados de cada persona en el Monte Rushmore. Ellos deshonran la memoria de Washington, Jefferson, Lincoln y Roosevelt. Hoy, corregiremos la historia y el registro histórico.
Antes de que estas figuras fueran inmortalizadas en piedra, eran gigantes americanos de carne y hueso, hombres gallardos cuyas intrépidas acciones desataron el mayor salto de avance humano que el mundo haya conocido. Esta noche, les contaré a ustedes y, más importantemente, a los jóvenes de nuestra nación, las verdaderas historias de estos grandes, grandes hombres.
De pies a cabeza, George Washington representaba la fuerza, la gracia y la dignidad del pueblo americano. A partir de una pequeña fuerza voluntaria de granjeros ciudadanos, creó el Ejército Continental de la nada y los congregó para enfrentar a las fuerzas militares más poderosas de la Tierra.
Durante ocho largos años, durante el brutal invierno en Valley Forge, de un revés tras otro en el campo de batalla, lideró a esos patriotas hasta el triunfo final. Cuando el ejército se había reducido a unos pocos miles de hombres en la Navidad de 1776, cuando la derrota parecía absolutamente segura, tomó lo que quedaba de sus fuerzas en un atrevido cruce nocturno del río Delaware.
Marcharon a través de nueve millas de gélida oscuridad, muchos sin botas en sus pies, dejando un rastro de sangre en la nieve. Por la mañana, lograron la victoria en Trenton. Después de forzar la rendición del imperio más poderoso del planeta en Yorktown, el general Washington no reclamó el poder, sino que simplemente regresó a Mount Vernon como ciudadano privado.
Cuando se le solicitó nuevamente, presidió la Convención Constitucional en Filadelfia y fue elegido por unanimidad como nuestro primer Presidente. Cuando renunció después de dos períodos, su antiguo adversario, el Rey Jorge, lo llamó “el hombre más grande de la época”. Él permanece de primero en nuestros corazones hasta el día de hoy.
Mientras los americanos amen esta tierra, honraremos y apreciaremos al padre de nuestro país, George Washington. Nunca será removido, abolido y, sobre todo, nunca será olvidado.
Thomas Jefferson —el gran Thomas Jefferson— tenía 33 años cuando viajó hacia el norte a Pensilvania y brillantemente escribió uno de los mayores tesoros de la historia humana, la Declaración de Independencia. También redactó la constitución de Virginia, y concibió y escribió el Estatuto de Virginia para la Libertad Religiosa, un modelo para nuestra apreciada Primera Enmienda.
Después de servir como primer Secretario de Estado, y luego Vicepresidente, fue elegido para la Presidencia. Ordenó a los guerreros americanos que aplastaran a los piratas de Berbería, duplicó el tamaño de nuestra nación con la Compra de Luisiana y envió a los famosos exploradores Lewis y Clark al oeste en una atrevida expedición al Océano Pacífico.
“Thomas Jefferson —el gran Thomas Jefferson— tenía 33 años cuando viajó hacia el norte a Pensilvania y brillantemente escribió uno de los mayores tesoros de la historia humana, la Declaración de Independencia”.
Fue arquitecto, inventor, diplomático, académico, fundador de una de las mejores universidades del mundo y un ardiente defensor de la libertad. Los americanos admirarán por siempre al autor de la libertad americana, Thomas Jefferson. Y él, tampoco, nunca jamás será abandonado por nosotros.
Abraham Lincoln, el salvador de nuestra unión, fue un abogado autodidacta que creció en una cabaña de troncos en la frontera americana.
El primer presidente republicano, ascendió al alto cargo desde la oscuridad, basándose en una fuerza y una claridad en sus convicciones contra la esclavitud. Muy, muy fuertes convicciones.
Firmó la ley para construir el Ferrocarril Transcontinental; firmó la Ley de Tierras, entregada a algunos eruditos increíbles— a ciudadanos comunes, definidos simplemente, tierras gratis para establecerse en cualquier parte del Oeste Americano; y condujo al país a través de las horas más oscuras de la historia americana, dando cada pizca de la fuerza que tenía para garantizar que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no pereciera en esta Tierra.
Sirvió como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de los EE. UU. durante nuestra guerra más sangrienta, la lucha que salvó nuestra unión y que extinguió el mal de la esclavitud. Más de 600,000 murieron en esa guerra; más de 20,000 fueron muertos o heridos en un solo día en Antietam. En Gettysburg, hace 157 años, la Unión resistió valientemente un asalto de casi 15,000 hombres y rechazó la carga de Pickett.
“Lincoln ganó la Guerra Civil; emitió la Proclamación de Emancipación; lideró la aprobación de la Décimatercera Enmienda, aboliendo la esclavitud para siempre”.
Lincoln ganó la Guerra Civil; emitió la Proclamación de Emancipación; lideró la aprobación de la Décimatercera Enmienda, aboliendo la esclavitud para siempre y, en última instancia, su determinación de preservar nuestra nación y nuestra unión le costó la vida. Mientras nosotros vivamos, los americanos defenderemos y veneraremos la memoria inmortal del presidente Abraham Lincoln.
Theodore Roosevelt ejemplificó la confianza desenfrenada de nuestra cultura e identidad nacionales. Él vio la imponente grandeza de la misión de América en el mundo y la persiguió con una energía y celo abrumadores.
Como teniente coronel durante la guerra hispanoamericana, dirigió a los famosos Rough Riders para derrotar al enemigo en San Juan Hill. Limpió la corrupción como Comisionado de Policía de la ciudad de Nueva York, luego se desempeñó como Gobernador de Nueva York, Vicepresidente y, a los 42 años, se convirtió en el presidente más joven de los Estados Unidos.
Envió nuestra nueva gran flota naval al rededor del mundo para anunciar el arribo de América como potencia mundial. Nos dio muchos de nuestros parques nacionales, incluido el Gran Cañón; supervisó la construcción del impresionante Canal de Panamá; y él es la única persona que ha recibido el Premio Nobel de la Paz y la Medalla de Honor del Congreso. Él era la libertad americana personificada en su totalidad. El pueblo americano nunca renunciará al espíritu audaz, bello e indómito de Theodore Roosevelt.
Ningún movimiento que busque desmantelar estos preciados legados americanos puede tener en su esencia un amor por América. No puede tenerlo. Ninguna persona que permanezca callada ante la destrucción de esta herencia resplandeciente puede guiarnos hacia un futuro mejor.
La ideología radical que está atacando a nuestro país avanza bajo la bandera de la justicia social. Pero en verdad, demolería tanto la justicia como la sociedad. Transformaría la justicia en un instrumento de división y venganza, y convertiría a nuestra sociedad libre e inclusiva en un lugar de represión, dominación y exclusión.
Quieren silenciarnos, pero no seremos silenciados.
Declararemos la verdad en su totalidad, sin disculpas: Nosotros declaramos que los Estados Unidos de América son la nación más justa y excepcional que jamás haya existido en la Tierra.
“Theodore Roosevelt ejemplificó la confianza desenfrenada de nuestra cultura e identidad nacionales”.
Estamos orgullosos del hecho de que nuestro país fue fundado sobre principios judeocristianos, y entendemos que estos valores han avanzado dramáticamente la causa de la paz y la justicia en todo el mundo.
Sabemos que la familia americana es la piedra angular de la vida americana.
Reconocemos el derecho solemne y el deber moral de toda nación de asegurar sus fronteras. Y nosotros estamos construyendo el muro.
Recordamos que los gobiernos existen para proteger la seguridad y la felicidad de su propia gente. Una nación debe cuidar primero a sus propios ciudadanos. Debemos cuidar de América primero. Es hora.
Creemos en la igualdad de oportunidades, de justicia y de trato para los ciudadanos de toda raza, antecedentes, religión y credo. Todo niño, de cualquier color —nacido y no nacido— está hecho a la imagen sagrada de Dios.
Queremos un debate libre y abierto, no códigos de expresión y la cultura de cancelar.
Abrazamos la tolerancia, no el prejuicio.
“La ideología radical que está atacando a nuestro país avanza bajo la bandera de la justicia social. Pero en verdad, demolería tanto la justicia como la sociedad”.
Apoyamos a los valientes hombres y mujeres de las fuerzas del orden. Nunca aboliremos nuestra policía o nuestra gran Segunda Enmienda, que nos da el derecho a mantener y portar armas.
Creemos que a nuestros hijos se les debe enseñar a amar a su país, a honrar nuestra historia y a respetar nuestra gran bandera americana.
Permanecemos con la cabeza bien alta, con orgullo y sólo nos arrodillamos ante Dios Todopoderoso.
Esto es lo que somos. Esto es lo que creemos. Y estos son los valores que nos guiarán a medida que nos esforzemos por construir un futuro aún mejor y más grande.
Aquellos que buscan borrar nuestra herencia quieren que los americanos olvidemos nuestro orgullo y nuestra gran dignidad, para que no podamos entendernos más a nosotros mismos ni el destino de América. Al derribar los héroes de 1776, buscan disolver los lazos de amor y lealtad que sentimos por nuestro país y que sentimos el uno por el otro. Su objetivo no es una América mejor, su objetivo es el fin de América.
En su lugar, quieren poder para sí mismos. Pero tal como lo hicieron los patriotas en siglos pasados, el pueblo americano se interpondrá en su camino —y ganaremos, y ganaremos rápidamente y con gran dignidad.
Nunca los dejaremos arrancar los héroes de América de nuestros monumentos o de nuestros corazones. Al derribar a Washington y a Jefferson, estos radicales derribarían la misma herencia por la que hombres dieron sus vidas para ganar la Guerra Civil; borrarían el recuerdo que inspiró a esos soldados a ir a su muerte, cantando estas palabras del Himno de Batalla de la República: “Así como Él murió para santificar a los hombres, muramos nosotros para que los hombres sean libres, mientras Dios continúa su marcha”.
Ellos derribarían los principios que impulsaron la abolición de la esclavitud en América y, en última instancia, al rededor del mundo, poniendo fin a una institución maligna que había plagado a la humanidad durante miles y miles de años. Nuestros oponentes destrozarían los mismos documentos que Martin Luther King utilizó para expresar su sueño, y las ideas que fueron la base del justo movimiento por los Derechos Civiles. Derribarían las creencias, la cultura y la identidad que han hecho de América la sociedad más vibrante y tolerante en la historia de la Tierra.
Mis conciudadanos, es hora de expresar nuestra opinión en voz alta, fuerte y poderosamente, y defender la integridad de nuestro país.
“Al derribar los héroes de 1776, buscan disolver los lazos de amor y lealtad que sentimos por nuestro país y que sentimos el uno por el otro. Su objetivo no es una América mejor, su objetivo es el fin de América”.
Es hora de que nuestros políticos convoquen la bravura y la determinación de nuestros antepasados americanos. Es hora. Es hora de plantar nuestra bandera y proteger a los más grandes de esta nación, para los ciudadanos de todas las razas, en cada ciudad y en cada parte de esta gloriosa tierra. Por el bien de nuestro honor, por el bien de nuestros hijos, por el bien de nuestra unión, debemos proteger y preservar nuestra historia, nuestra herencia y nuestros grandes héroes.
Aquí esta noche, ante los ojos de nuestros antepasados, los americanos declaramos nuevamente, como lo hicimos hace 244 años: que no seremos tiranizados, no seremos degradados y no seremos intimidados por personas malas y malvadas. Eso no sucederá.
Proclamaremos los ideales de la Declaración de Independencia, y nunca entregaremos el espíritu, el coraje y la causa del 4 de julio de 1776.
Sobre esta base, nos mantendremos firmes e inquebrantables. Ante las mentiras destinadas a dividirnos, desmoralizarnos y disminuirnos, mostraremos que la historia de América nos une, nos inspira, nos incluye a todos y hace que todos seamos libres.
Debemos exigir que a nuestros hijos se les enseñe una vez más a ver América como lo hizo el reverendo Martin Luther King, cuando dijo que los Fundadores habían firmado “un pagaré” para cada generación futura. El Dr. King vio que la misión de la justicia requería que abrazáramos completamente nuestros ideales fundacionales. Esos ideales son tan importantes para nosotros: los ideales fundacionales. Él pidió a sus conciudadanos a no derribar su herencia, sino a vivir a la altura de su herencia.
Por encima de todo, a nuestros hijos, de todas las comunidades, se les debe enseñar que ser americano es heredar el espíritu de las personas más intrépidas y seguras de sí mismas que jamás hayan caminado sobre la faz de la Tierra.
“Nuestros oponentes destrozarían los mismos documentos que Martin Luther King utilizó para expresar su sueño, y las ideas que fueron la base del justo movimiento por los Derechos Civiles”.
Los americanos somos las personas que perseguimos nuestro Destino Manifiesto a través del océano, hacia las tierras inexploradas, por encima de las montañas más altas, y luego hacia los cielos e incluso hacia las estrellas.
Somos el país de Andrew Jackson, Ulysses S. Grant y Frederick Douglass. Somos la tierra de Wild Bill Hickock y Buffalo Bill Cody. Somos la nación que dio origen a los hermanos Wright, a los Aviadores de Tuskegee, Harriet Tubman, Clara Barton, Jesse Owens, George Patton —el general George Patton— el gran Louie Armstrong, Alan Shepard, Elvis Presley y Mohammad Ali. Y sólo América podía haberlos producido a todos. Ningún otro lugar.
Somos la cultura que levantó la Represa Hoover, construyó las carreteras y esculpió el horizonte de Manhattan. Somos las personas que soñamos un sueño espectacular —se llamaba: Las Vegas, en el desierto de Nevada; que construimos Miami del pantano de Florida; y que esculpimos a nuestros héroes en la cara del Monte Rushmore.
Los americanos domamos la electricidad, dividimos el átomo y le dimos al mundo el teléfono y la Internet. Poblamos el Oeste Salvaje, ganamos dos guerras mundiales, aterrizamos astronautas americanos en la Luna— y un día muy pronto, plantaremos nuestra bandera en Marte.
Le dimos al mundo la poesía de Walt Whitman, las historias de Mark Twain, las canciones de Irving Berlin, la voz de Ella Fitzgerald, el estilo de Frank Sinatra, la comedia de Bob Hope, el poder del cohete Saturno V, la dureza del Ford F-150 y el increíble poder de los portaaviones americanos.
Los americanos nunca deben perder de vista esta historia milagrosa. Usted nunca debe perderla de vista, porque nadie lo ha hecho nunca como nosotros lo hemos hecho. Así que hoy, bajo la autoridad que me corresponde como Presidente de los Estados Unidos, estoy anunciando la creación de un nuevo monumento a los gigantes de nuestro pasado. Estoy firmando una orden ejecutiva para establecer el Jardín Nacional de Héroes Americanos, un vasto parque al aire libre que contará con las estatuas de los más grandes americanos que jamás hayan vivido.
“…en América, usted puede hacer lo que quiera, puede ser lo que quiera, y juntos, podemos lograr lo que queramos”.
A partir de esta noche y desde este magnífico lugar, avancemos unidos en nuestro propósito y dedicados de nuevo a nuestra decisión. Vamos a criar la próxima generación de patriotas americanos. Escribiremos el siguiente capítulo emocionante de la aventura americana. Y les enseñaremos a nuestros niños a saber que viven en una tierra de leyendas, que nada puede detenerlos y que nadie puede retenerlos. Sabrán que en América, usted puede hacer lo que quiera, puede ser lo que quiera, y juntos, podemos lograr lo que queramos.
Alentados por los titanes del Monte Rushmore, encontraremos la unidad que nadie esperaba; haremos avances que nadie pensó que fueran posibles. Este país será todo lo que nuestros ciudadanos han anhelado, durante tantos años, y que nuestros enemigos temen —porque nunca olvidaremos que la libertad americana existe para la grandeza americana. Y eso es lo que nosotros tenemos: grandeza americana.
Dentro de muchos siglos, nuestro legado será las ciudades que construimos, los campeones que forjamos, el bien que hicimos y los monumentos que creamos para que nos inspiraran a todos nosotros.
“Los héroes de América están incrustados en nuestros corazones. El futuro de América está en nuestras manos”.
Mis conciudadanos: el destino de América está en nuestras miras. Los héroes de América están incrustados en nuestros corazones. El futuro de América está en nuestras manos. Y damas y caballeros: lo mejor aún está por venir.
Este ha sido un gran honor para la Primera Dama y para mí estar con ustedes. Amo su estado. Amo a este país. Me gustaría desearles a todos un feliz Cuatro de Julio. A todos, que Dios los bendiga, que Dios bendiga a sus familias, que Dios bendiga a nuestras excelentes fuerzas militares y que Dios bendiga a América. Muchas gracias.
Fuente: The White House
https://www.whitehouse.gov/briefings-statements/remarks-president-trump-south-dakotas-2020-mount-rushmore-fireworks-celebration-keystone-south-dakota/