35

Una vez más, los demócratas han malinterpretado a las minorías

Fareed Zakaria
5 de noviembre, 2020

Más de 140 millones de americanos tomaron sus propias decisiones personales cuando votaron en las elecciones de este año. Ahora, se vuelve el trabajo poco envidiable de los comentaristas el explicar el “significado” de esas escogencias.

Al nivel más amplio, es justo decir que la votación fue una repudiación de Donald Trump. Los presidentes rara vez pierden sus campañas de reelección —solo cinco lo han hecho en los últimos 125 años— y Trump parece estar en camino de perder la presidencia. Y perdería el voto popular por un margen mayor que cuando Jimmy Carter derrotó al titular Gerald Ford después de Watergate.

Y, sin embargo, es obvio que el país sigue profundamente dividido. Después de un juicio político, una pandemia y la peor parálisis económica desde la Gran Depresión, los republicanos votaron abrumadoramente por su partido y los demócratas hicieron lo mismo. La polarización es ahora profunda, tribal y existencial —en gran parte no afectada por los eventos o el desempeño laboral. De hecho, como cuando las cosas se ponen mal en los deportes, parece haberse convertido en una mayor prueba de lealtad el permanecer con su propio equipo.

Los demócratas están más decepcionados porque esperaban que esta fuera una elección que repudiara rotundamente a Trump y realineara la política. Esas expectativas se vieron alimentadas por su éxito en 2018, así como en las encuestas recientes, que parecen haber sido tan inexactas como las de 2016. La mayor decepción seguramente debe ser que en un año en el que los demócratas abrazaron plenamente ideas de multiculturalismo y movimientos como Vidas Negras Importan (Black Lives Matter, en inglés), Trump parece haber ganado una mayor proporción del voto minoritario que cualquier republicano desde 1960. Él ganó el mayor porcentaje del voto negro desde 1996 (aunque todavía sólo obtuvo alrededor del 12 por ciento del voto negro). Una encuesta indica que ganó el 35 por ciento del voto musulmán. ¿Que pasó?

Probablemente hay muchas respuestas. En parte, el estratega demócrata James Carville todavía tiene razón: es la economía, estúpido. Muchos de estos grupos prosperaron durante la mayor parte de la presidencia de Trump y parecían no estar dispuestos a culparlo por la pandemia del coronavirus y por el consiguiente colapso económico. En la medida en que los demócratas fueron asociados con los confinamientos y los republicanos con la reapertura de la economía, el covid-19 puede haber ayudado también a Trump con algunos votantes.

Pero mi propia interpretación de estos resultados está fundada en sentimientos que yo siempre he tenido sobre la ideología del multiculturalismo del Partido Demócrata. Ella agrupa una amplia variedad de grupos étnicos, raciales y religiosos en un monolito de “minoría” y los aborda desde una perspectiva que no nos empata a todos.

El enfoque democrático predominante es que los grupos minoritarios enfrentan una discriminación (sistémica) profunda y necesitan ser protegidos con medidas activas por parte del gobierno a lo largo de una serie de frentes. Esta idea tiene sus raíces en la experiencia de la gente negra, para quienes es totalmente aplicable. El trato de América a la gente negra ha sido cruel, con políticas que han desbaratado sus familias y que los han tratado o como infrahumanos o como ciudadanos de segunda clase. Las barreras históricas y estructurales han dejado una huella duradera, y la discriminación persiste hasta el día de hoy.

Otros inmigrantes —casi todos quienes vinieron voluntariamente, no encadenados— han tenido una experiencia muy diferente. Aunque también hemos enfrentado discriminación y exclusión, hemos encontrado un país que en su totalidad ha sido mucho más abierto y receptivo a los extranjeros que la mayoría de otros lugares.

Eso significa que una ideología nacida del trato a los afroamericanos suena falsa a los inmigrantes americanos y a sus descendientes. Para nosotros, el trato hostil por parte de los americanos blancos no es la única experiencia aguda que da forma a nuestra posición política. Algunos de nosotros somos socialmente liberales, otros conservadores. Algunos se ven a sí mismos como empresarios autosuficientes, mientras que otros exigen un papel más activo del gobierno. Algunos buscan asimilarse distanciándose ellos mismos de los nuevos inmigrantes o de los negros. Algunos de los americanos más racistas que yo conozco son ellos mismos “minorías”.

Incluso los afroamericanos varían mucho más ampliamente en política de lo que uno podría imaginarse. Una encuesta reciente de Gallup, por ejemplo, encontró que sólo el 19 por ciento de los afroamericanos quieren menos presencia policial en sus vecindarios, mientras que el 61 por ciento quiere la misma cantidad y el 20 por ciento en realidad quiere más. De modo que eslóganes como “quitar los fondos a la policía”, promovidos en Twitter por los activistas más conscientes, podrían sin darse cuenta desencantar a los afroamericanos convencionales.

Permítanme darles un ejemplo personal para explicar una mentalidad minoritaria. Desde que solicité una beca para universidades en los Estados Unidos hace 39 años, casi siempre he dejado en blanco la línea en los formularios que solicita mi clasificación étnica o racial (excepto cuando es requerido legalmente, como en el censo). No me siento bien aprovechándome de las tragedias que han afectado a la gente negra, a los americanos nativos o a otros que realmente han encontrado discriminación. Pero sobre todo, para citar a un gran americano, yo siempre he querido ser juzgado por el contenido de mi carácter, no por el color de mi piel.

El partido demócrata debería recordar que, para muchas minorías, nuestra mayor aspiración es simplemente ser americanos normales —tratados no peor, pero tampoco mejor.

Fuente: The Washington Post
https://www.washingtonpost.com/opinions/once-again-democrats-have-misunderstood-minorities/2020/11/05/6d55d668-1fa6-11eb-ba21-f2f001f0554b_story.html